MIAMI – Jimmy Butler puede tener la personalidad más singular de la NBA, que rezuma con una mezcla de confianza sin filtro, honestidad contundente, a veces contundente y una responsabilidad innata de ser la persona más trabajadora en la cancha.
Es exactamente por eso que sintió que la cultura del Miami Heat, que a menudo exhibe muchas de esas cualidades, era el mejor lugar para él.
Butler es ahora la cara del Heat, y tiene un papel que Dwyane Wade, recientemente retirado, asumió durante la mayor parte de las últimas dos décadas. Butler no anticipa cambiar quién es en Miami, pero sí quiere corregir una concepción que cree que se salió de control.
«No creo que sea tan malo», dijo Butler en su conferencia de prensa introductoria el viernes. «No soy un agujero como todos piensan que soy».
«A veces soy un poco extra. No creo que haya nada malo en eso tampoco. Si haces lo que hago todos los días y otras personas no lo hacen de esa manera, creo que podrías también tengo un problema. Me encanta mi trabajo. Me encanta el juego. Me encanta trabajar. Lo hago todos los días a horas y horas en que la gente no quiere hacerlo. Creo que por qué no ¿Todos hacen lo que hago? Hasta el día de hoy, no lo entiendo. Realmente no. ¿Lo entenderé alguna vez? Probablemente no. ¿Exageraré? Probablemente sea así «.
El presidente del Heat, Pat Riley, dijo que la mejor descripción de Butler es un competidor que «quiere ser el tipo que puede revolver la bebida».
Los titulares parecen haber seguido a Butler en los últimos años, especialmente cómo desafió y llamó a sus compañeros de equipo cuando fue cambiado de los Chicago Bulls a los Minnesota Timberwolves a los Philadelphia 76ers y luego al Heat durante un período de dos años. Lo más notable ocurrió el verano pasado en Minnesota cuando Butler exigió un intercambio de los Timberwolves, luego se duplicó ante esa solicitud durante una práctica ahora infame en la que lideró un grupo de reservas para dominar a un grupo que incluía múltiples titulares de los Timberwolves y luego cuestionó La ética de trabajo y la pasión de Andrew Wiggins y Karl-Anthony Towns.